Locura – Psicosis
Para comenzar, localicemos la primera referencia en el Seminario 3, dedicado fundamentalmente al estudio de la estructura psicótica. Es en la clase inaugural, donde Lacan explica: “¿Qué recubre el termino psicosis en el ámbito psiquiátrico? Psicosis no es demencia. Las psicosis son, si quieren lo que corresponde a lo que siempre se llamo las locuras”.
Lacan subraya la amplitud del concepto de Locura: “Este término no data de ayer, ni siquiera del nacimiento de la psiquiatría. Sin entregarme aquí a un despliegue demasiado fácil de erudición, solamente les recordare que la referencia a la locura forma parte desde siempre del lenguaje de la sabiduría, o del que se pretende tal. Al respecto, el famoso Elogio de la locura conserva todo su valor, por identificarla al comportamiento humano normal, si bien esta última expresión no se usaba en esa época. Lo que entonces se decía en el lenguaje de los filósofos, de filosofo a filosofo, termino con el tiempo por ser tomado en serio, al pie de la letra: vuelco que se produce con Pascal, quien formula, con todo el acento de lo grave y lo meditado, que hay sin duda una locura necesaria y que sería una locura de otro estilo no tener la locura de todos”. Es decir que esta referencia sitúa, ya en el Seminario 3, una locura que no es la psicosis, una locura esencial al ser humano. La locura de todos es la locura propia del ser hablante, mientras la locura de otro estilo es la psicosis.
En el escrito sobre la causalidad psíquica, Lacan se refiere al “fenómeno de la locura”, lo cual indica que se trata de un observable clínico. Pero un observable muy particular pues aparece relacionado inevitablemente con el ser del hombre y no con una psicopatología: “No creáis que me extravió, que me aparto de un propósito que debe llevarnos nada menos que al corazón mismo de la dialéctica del ser: en punto tal situase, en efecto, el desconocimiento esencial de la locura, que nuestra enferma [Aimee] manifiesta perfectamente”. Es decir que lo que define a Aimee como Loca es que desconoce aquello que agrede en su acto, desconoce que lo que agrede no es el mal externo que denuncia sino su propio ser. Lo cual es otro modo de trabajar lo que allí había señalado respecto de la exterioridad intima del mal que la enferma ataca con el concepto psiquiátrico de kakon. “Creerse” remite a la dialéctica del ser, cuyo corazón es “el desconocimiento esencial de la locura”: “Este desconocimiento se revela en la sublevación merced a la cual el loco quiere imponer la ley de su corazón a lo que se presenta como el desorden del mundo, empresa ‘insensata’ […] por el hecho de que el sujeto no reconoce en el desorden del mundo la manifestación misma de su ser actual, y porque lo que experimenta como ley de su corazón no es más que la imagen invertida, tanto como virtual, de ese mismo ser”. Así es un desconocimiento doble: la actualidad y la virtualidad del ser.
En su trabajo sobre el yo, revisa la hipótesis de la tesis según la cual sus perseguidores eran idénticos a las imágenes del yo ideal, y propone concebirla en términos similares a lo que Hegel denuncia como la formula general de la locura: el loco busca imponer la ley de su corazón en el desorden del mundo pero a costa del desconocimiento sobre la implicación de su ser en ese desorden. No reconoce que las imágenes que la persiguen son reflejo de su ideal. Formula con la que, según Lacan, Hegel también aclara el problema del revolucionario, el que “no reconoce sus ideales en los resultados de sus actos”.
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